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Canito

Canito es el cachorro que se puede observar en la foto. Lo abandonaron al finalizar febrero y se quedó a vivir en el refugio de las casas de abajo.

Leo y Jesús lo encontraron un domingo y se refirieron a él como arisco y gruñón. Después desapareció. No supimos de él hasta pasadas dos semanas. Se le veía bien erguido, pero con poco apetito y con su físico muy esmirriado.

Después se perdió nuevamente, hasta el domingo en que hicimos el Censo de Población.Estaba acostado en una de las casas, más flaco que antes y con una herida en una de sus manos. Tenía fiebre y se quejaba al tomarlo.
Desde allí partió a la clínica veterinaria, donde quedó internado. A poco andar comenzó a presentar un temblor en una de sus patas y su única ocupación era estar acostado y mover levemente la cola. Comenzó con signos evidentes de distemper, aunque no perdió el apetito.
Allí comenzó el problema. La clínica no disponía de sala de aislamiento por lo que sacarlo de allí para su recuperación era urgente.
Comenzamos a explorar posibilidades en otros centros veterinarios, pero nuestra escasez de recursos y lo imprevisible de su estadía nos aconsejaban que debía quedarse en algún hogar de tránsito donde pudiera estar aislado y recibiera todas las medicinas y atención necesarias para su recuperación.
Decenas de llamados telefónicos y una campañaen el facebook no nos daban con el resultado esperado.
Hasta que recordé a Cecilia, con quien había conversado días atrás y le conté la misma historia que todos habían conocido.
Se mostró dispuesta a ayudar. Esa noche tomaría contacto con una amiga, la señora Isabel, que antes había realizado una labor parecida: cuidar a un cachorro enfermo hasta que estuviera sano.
El llamado llegó el miércoles 25 de marzo a media tarde. Habíamos encontrado la aguja en el pajar: alguien que amara a los animales, no tuviera más perritos en su hogar y estuviera dispuesto a cuidar a Canito.Así fue. Con la ayuda de Rossana y Mónica se realizó el traslado. Se le compraron las medicinas y los alimentos necesarios; se le preparó una cama y partió a su hogar temporal.
Allì estuvo largo tiempo recuperándose bajo los atentos cuidados de la señora Isabel. Finalmente, por el mes de julio su salud había mejorado. El aspecto de su pelaje era otro, aún cuando mostraba un inquietante temblor en una de sus patas.
Canito siguió creciendo, creciendo hasta transformarse en un adulto. Hoy es un joven cariñoso y juguetón que alegra las horas de quien lo cuidara en sus momentos más difíciles.

                                                

No al maltrato